Pareciera que...
Pareciera que el espíritu navideño imbuido por mis padres desde mi nacimiento, y mantenido y alimentado por mí y por mi entorno más cercano, hasta hace escasos diez años, ha pasado a “mejor vida”. Pareciera que uno, al hacerse mayor, va perdiendo sensibilidades, ilusiones… Pareciera que otros sentidos, otras visiones de las cosas, otras ¿ilusiones? pasan a formar parte de mi existencia, ocupando lugares, supuestamente vacíos, o escasamente llenos. Últimamente me siento incapaz de promover en los demás esa alegría navideña que formaba parte de mí no hace mucho tiempo. ¿He cambiado yo? ¿Ha cambiado la sociedad de la que formo parte? o ¿he sido yo el que se ha dejado cambiar por los demás? Ciertamente es un análisis complejo del que espero no ser yo el único que se lo aplica. Y digo “no ser yo el único” porque sería muy triste para mí que esa desgana, ese sentimiento, sin duda malsano, solo me sucediera a mí. La sociedad que compartimos es una sociedad, en su gran mayoría, descreída,